Terminé
Soy una persona que cuando se marca un objetivo se fija también unas pautas para alcanzarlo y no las abandona hasta que lo consigue (si es que para conseguirlo solo está en su mano y no necesita de nada más). Cuando me dio por cuidarme llegué a correr treinta y cinco kilómetros semanales repartidos en cinco días. Dejé de quedar por las tardes después de trabajar con los amigos porque me había comprometido con mi objetivo y realizaba dos recorridos uno largo y otro corto. Siempre los mismo. Así podía ver mi mejoría.
También cuidé mi dieta y pasé de comer lo que se me pasaba por el gusto para pasar a ensalada de primero y plancha de segundo. Así bajé a un peso que no experimentaba desde los 18 años.
Cuando rechazaba ofrecimientos gastronómicos golosos o quedadas por la tarde de los colegas. Los que me lo ofrecían decían: vaya disciplina. Y no, no era disciplina, no me costaba rechazarlo, era compromiso con el objetivo que me había fijado. Y es que soy un tipo muy cuadrado.

Última lectura
He acabado ya la última lectura del borrador protagonista de este blog y que a partir de ahora consideraré manuscrito por derecho propio. Estos últimos cinco días, he dividido los capítulos para ajustarlos sesiones que no me abrumaran, es decir, que no leía todo lo que podía leer cada día. Eso forma parte de mis pautas cuadradas para acometer una tarea que me lleve a la consecución de un objetivo.
He acabado de podar, por encima, lo que no había trasquilado con la revisión. Creo que ha quedado bien y lo doy por cerrado. Por supuesto, si tras el envío a editoriales alguna se interesa, no tendré ningún problema en volver a podar o trasquilar si es que estoy de acuerdo con las sugerencias del editor. Pero es adelantar mucho además de abrir la puerta a expectativas que, en realidad, no tengo (porque siempre me queda mi cómodo mundo de la autopublicación).
De cualquier manera estoy contento. Lo estoy por haber terminado esta fase, pero no solo por eso. También porque esta última lectura me ha servido para afianzar sensaciones y mi propia relación con el texto. Estoy satisfecho que es más de lo que pueden decir muchos otros escritores que nunca lo están con sus textos.
Incluso me gusta ese final abrupto y contundente que le he dejado. No es un final bisagra pensado para que los lectores esperen la siguiente parte. No, esta se sostiene por sí sola. Es un final, abrupto. Dejémoslo ahí.
Compartir