Mañana y mañana y mañana
Gabrielle Zevine
Sin tener mucha idea del argumento de Mañana y mañana y mañana de Gabrielle Zevine me dejé llevar por la recomendación de prescriptores a los que hago caso y no me decepcionó. Más bien, al contrario. Después vi que había recibido el premio al mejor libro de 2022 en Goodreads y eso reforzó la impresión que me dieron las primeras páginas.Esta es una novela de personajes que habla de muchísimos temas pivotando alrededor de la amistad de su trío protagonista, aunque sobre todo centrado en dos de ellos Sam Masur y Sadie Green, a través de los años y con el trasfondo de la creación de vídeojuegos en los 90.

A destacar
- Novela de personajes
- Videojuegos y creatividad
- Supervivencia
Sam lleva unos cuantos meses sin decir ni una palabra cuando se encuentra con Sadie en la sala de juegos del hospital al que esta ha ido a visitar a su hermana. Allí, Sam, que está intá ingresado mientras se recupera, le enseñará cómo conseguir que Mario llegue a lo alto de la bandera al final de una de las pantallas. Tiene apenas diez años y ese será el punto de partida de una relación de amistad que, con sus altibajos, con sus conflictos, con sus emociones contrapuestas durará años.
No quiero adentrarme en el argumento de esta novela porque es una delicia seguir los pasos de estos dos protagonistas y de Marx, el tercer en concordia o discordia, según evolucionen sus relaciones. A través de los videojuegos o, mejor dicho, de su desarrollo, el lector, podrá ver lo intrínsecamente ligados que están a sus propias vidas y cómo los procesos de creación de cualquier artefacto artístico tienen sus raíces sepultadas en la realidad, las relaciones, el escenario de la vida de sus creadores.
Si a esto le sumas la propia experiencia del lector con el mundo de los videojuegos, la experiencia será completamente inmersiva (quería utilizar este concepto porque además está muy relacionado con el mundo gamer). Es decir, esta novela trata de una época inicial de los vídeojuegos. Todavía recuerdo jugar al Maniac Mansion en casa de mis vecinos y al Day of the tentacle unos años después por mi cuenta, ¿qué decir de Monkey Island, las aventuras graficas de Indiana Jones o las bizarradas como Carmaggedon unos años más tarde?
Aquí tenemos un Ready Player One sin distopía con cierta nostalgia y con muchísima más profundidad en las relaciones entre sus protagonistas. Aqui tenemos una delicia de novela cuyas 500 páginas pasan en un suspiro entre una horquilla de emociones que abarca tanto la alegría y la ternura como la tristeza y la rabia que sienten sus protagonistas y que sientes tu leer sus vidas.
Una maravilla
Sobre el autor
(Perdonadme el inglés)
Zevin was born in New York City. Zevin’s father, who is American-born, has Ashkenazi Jewish, Russian, Lithuanian, and Polish ancestry.[1] Her mother was born in Korea and emigrated to the United States when she was 9 years old.[1] The two met in high school in Connecticut and later worked for IBM.[1]
She grew up in Boca Raton, Florida and graduated from Spanish River Community High School in 1996.[2] She enrolled at Harvard University, where she studied English[3] with a concentration in American Literature.[1] While at Harvard, she met her partner, Hans Canosa and graduated in 2000.[3][1]
For nearly a decade, Zevin lived in Manhattan before moving to Los Angeles in 2012,[1] where she presently lives with Canosa.[
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Hola César,
Muy buena reseña. Otro ejemplo más de novela que había visto ya reseñada, o al menos nombrada, pero que, en principio, no me había llamado la atención. Por cuestiones de edad yo también viví aquella época del inicio de los videojuegos, incluso la de un poquito antes, cuando la única forma de jugar era acudir a aquellos extintos «salones de juego». Ahora bien, nunca fui muy consumidor de videojuegos, o consumidor, pues todo aquello que implique manejar dos o tres «teclas» a la vez siempre se me ha dado fatal. Después de leer tu reseña, ya sabes que «la miro con otros ojos».
Un abrazo!
Hola, Antonio.
Yo también recuerdo los recreativos y el andar buscando monedas de 25 para echar una partida a la máquina. En mi caso, mi padre era informático así que siempre hubo en casa toda clase de trastos con los que poder jugar y como era tan divertido y existía la posibilidad acababa desarrollando la habilidad de jugar con el teclado. Aunque luego el tema de las aventuras gráficas y los comandos de ir a, mirar a, usar esto con, lo facilitaban… En fin, la verdad es que la he disfrutado mucho y ha tenido un muy buen nivel de enganche.
Un abrazo!