La fábrica de animales
Edward Bunker
No estoy muy ducho en el género de las novelas carcelarias y si hago memoria de cuáles he leído solo me viene a la cabeza la nouvelle de Stephen King que se trasladó con el título de Cadena perpetua a la gran pantalla, pero que llevaba como título Rita Hayworth and the Shawshank redemption (ni que decir tiene que es mejor la adaptación que la obra adaptada).

A destacar
- Novela carcelaria
- Trasfondo social
- Años 70
- Guerras raciales
Así que cuando me lancé a leer esta novela de Edward Bunker no sabía bien bien qué me esperaba y, eso, es algo que me encanta. De ahí que no suela leer contras. De ahí que me decepcionen las novelas que siguen siempre los mismos patrones. Y esta, aunque siga un esquema similar al de una buddy movie, de película/novela de colegas, no solo es eso. Tiene un trasfondo de denuncia social, de testigo de los males del sistema y, de cómo, en lugar de rehabilitar, las cárceles, solo brutalizan a los que las padecen (si es que no son bestias ya, que, en ese caso, «digievolucionan» en algo peor). De ahí ese título tan acertado.
El argumento es sencillo. Un joven de buena familia, Ron, se ha enredado en vender drogas a sus colegas universitarios. El negocio creció, él la cagó y ahora le han pillado y puede acabar sentenciado a 15 años o más de cárcel, aunque por tejemanejes legales, la sentencia queda en suspenso y en la revisión puede que se libre. Mientras eso suceda pasará su tiempo en la infame prisión de San Quintin. Allí conocerá a Earl un viejo que lleva entrando y saliendo de la cárcel ni se sabe cuánto, que tiene experiencia, que maneja el cotarro y que se encariñará del joven Ron, le protegerá y le enseñará todo lo que alguien que no conoce ese mundo debe saber para sobrevivir. Sus colegas creerán que solo quiere follárselo, como ya sucedió en otras ocasiones (en la cárcel un hombre no tiene por qué ser homosexual o reconocerse como tal para buscar ese tipo de afectos… la soledad es una enfermedad endémica). Sin embargo, Earl solo quiere tener un amigo y Ron le corresponde en esa amistad.
De sus charlas y de las situaciones que enfrentarán juntos surgirán reflexiones sobre la sociedad, el sistema, el racismo, la desigualdad, la impotencia de los desheredados y su transformación en animales fuera de toda ley civilizada. Si no se tiene en cuenta que la propia cárcel, tiene su propia ley, civilizada o no.
Una novela absorbente con una narrativa ágil y con el añadido de un escritor que tras las palabras esconde toda la experiencia de una vida delictiva.
Un gustazo, la verdad
Sobre el autor
Edward Heward Bunker (Hollywood, California, 31 de diciembre de 1933 – Burbank, California, 19 de julio de 2005) fue un escritor de novelas policíacas, guionista y actor estadounidense. Escribió numerosos libros, algunos de los cuales se han adaptado al cine.
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